Por Anna Lisa Jakobi, Voluntaria de Bickenbach, Germany
¿Por dónde empezar a describir todas las experiencias y recuerdos que he vivido estas últimas siete semanas? Ahora, después de casi dos meses en esta experiencia, puedo confirmar lo que les he escuchado decir a otros voluntarios antes que yo: el tiempo vuela, y pasa en un abrir y cerrar de ojos. Tras una semana muy emocionante, llega el fin de semana, y promete ser igual de increíble. Estas últimas siete semanas han sido marcadas por momentos preciosos y experiencias nuevas para mí. Esto no quiere decir que no haya habido contratiempos y dificultades con el idioma, pero han quedado tan eclipsados por los buenos momentos que ni siquiera merece la pena mencionarlos. Sí, la barrera del idioma sigue siendo un problema, pero me va bien. Por supuesto, me encantaría ser capaz de controlar yo sola los momentos en que dos niños se pelean entre sí sin tener que involucrar a la tía por no ser capaz de encontrar rápidamente las palabras para resolver el problema. Sin embargo, cuando pienso en ello, son sólo detalles menores; pasar tiempo con los niños y verles reír me hace increíblemente feliz. A pesar de todo lo que han vivido, estos maravillosos niños todavía actúan libres de prejuicios, de miedos y de todo lo que evita que los adultos pensemos con claridad y luchemos por nuestros sueños y deseos. Claro que ha habido días difíciles en los que he entendido mucho menos de lo que me hubiera gustado; o he llorado al final del día por algo que había ocurrido, pero cuando termino mi día de voluntariado, y paso por las habitaciones a darles las buenas noches, el hecho de verles allí una vez más, tan felices y tan cariñosos al darme un beso de despedida, cuando dicen adiós con la mano a través de la ventana mientras salgo por la puerta, me recuerda por qué estoy aquí exactamente. Cada día tengo la confirmación de que trabajar en Hogar Esperanza es el voluntariado ideal para mí y el lugar preciso en el que necesito estar.
También me gusta mucho Santiago. Hay mucho tráfico, y a veces la contaminación es muy desagradable, pero está bien salir y ver las montañas y el amanecer por las mañanas. Hay muchas cosas que hacen a esta ciudad tan colorida y variada como la gente que vive en ella. Además, es fácil viajar fuera de Santiago y alejarse de la contaminación y de la vida de la ciudad. Todos los miembros de la clase de voluntarios de septiembre de VE lo hemos podido hacer. Tuvimos un fin de semana agradable y relajado en la playa. Chile es genial, un país muy diverso con gente muy diferente e interesante, parte de la cual ya he tenido la oportunidad de conocer. Las tías del hogar, por ejemplo, han sido muy pacientes con mis balbuceos en español y me han dado una calurosa acogida en el Hogar. Estoy deseando explorar y conocer a más gente en Chile y en Sudamérica mientras esté aquí.
Ya llevo siete semanas en Chile, y unas cinco como voluntaria en Hogar Esperanza. Ahora tengo la sensación de que el reloj no se detiene y de que se acerca la hora de tener que montarme en el avión de vuelta a casa. Hasta entonces, doy gracias a Dios por unos meses más, ¡aunque pasen demasiado rápido! Estoy emocionada por todos los momentos que quedan por llegar, incluso los desafíos, porque también son una parte importante y enriquecedora de mi tiempo aquí. ¡Para eso he venido!