Por Aubrey Todd, Voluntaria de VE, Enero 2013
Si me hubieran preguntado qué iba a aprender después de mi voluntariado en Chile, sé que hubiera dicho algo sobre madurar y convertirme en adulto. No me sorprendió el hecho de haber tenido razón, sino la manera en que lo logré. Me dieron un puesto de trabajo en Domingo Savio, un centro comunitario para niños que brinda un ambiente seguro y cálido después del horario escolar. Hay alrededor de 40 niños de entre 5 y 15 años que asisten de lunes a viernes después de la escuela. El personal se compone de cuatro miembros que manejan todo en Domingo Savio con la ayuda de los voluntarios. Los cuatro miembros del personal, llamados “tíos” o “tías” por los niños, son los mejores a la hora de trabajar con ellos a diario. Ponen tanta energía y felicidad en lo que hacen todos los días que con el tiempo comienzas a contagiarte. A veces los niños parecen todos hermanos y hermanas por el modo en que interactúan y se cuidan entre sí. Los mayores siempre cuidan a los más chicos y todos juegan y se divierten juntos sin importar la edad. Los niños más grandes se han convertido en jóvenes respetables y es una gran sensación saber que su influencia llegará a los más chicos, quienes crecerán para convertirse en personas igual de maravillosas. Domingo Savio es realmente una gran familia y haber sido parte de ella es algo que llevaré conmigo en todos mis viajes.
Cada día los niños pasan tiempo jugando en el patio externo detrás del edificio de Domingo Savio; los juegos incluyen fútbol, salto con soga, pinta, simulación, etc. Después de haber pasado un par de meses conversando con los niños durante gran parte de cada día, me doy cuenta de que estoy madurando de un modo inesperado. Los niños me han recordado las razones para andar correteando y jugando distintos juegos; descubrí lo maravilloso que es volver a ser un niño y la diversión que hay en ello. Por más que sienta que les he enseñado algo cuando los ayudaba con su tarea escolar o resolvía problemas en el patio, ellos me han enseñado cómo aprovechar al máximo la vida.