“Me voy” – Yu Jeong (Yoyo) Lee: “de la clase a la realidad”
Por Marcella Via (Chile)
Yoyo tiene 18 años, es de Corea del Sur y aunque es bastante joven, está construyendo ya un bagaje internacional importante viajando alrededor del mundo.
Yoyo es una de las voluntarias internacionales que se unió tras graduarse a VE Global. Representa una mezcla de culturas interesante, ya que creció en una mezcla lugares que la conectan con Corea, América y África.
Esta inusual amalgama, ha ayudado a Yoyo a estar más abierta a las diferencias y a entender lo que puede funcionar o no más allá de tradiciones y estereotipos. Todo esto hace de ella una voluntaria un tanto especial, ya que el abandono y el abuso son problemáticas universales que necesitan tratarse con una mente imparcial.
Yoyo cuenta a Idealist los principales retos que supone ser voluntaria internacional. Es su deseo que el tiempo que pase en VE no sea solo una oportunidad para ayudar a los chicos y chicas, sino un tiempo para poder comprender mejor las problemáticas que tienen que ver con estar en riesgo social. Está comprometida a desarrollar una estrategia a largo plazo para trabajar con la raíz de los problema, ya que su motivación es convertirse en abogada defensora de los Derechos Humanos.
¿Cómo fue que decidiste realizar este voluntariado?
Tras graduarme me surgieron muchas preguntas sobre ¿y ahora qué?. Pasé un año entero investigando sobre la internalización del sexismo en Corea y estaba deseosa de seguir investigando como estudiante de sociología en la universidad. La idea después de todo era convertirme en abogada de derechos humanos para niños y mujeres en riesgo.
Sin embargo, durante una llamada de Skype con mi amigo Ariane en el orfanato New Destiny en Camerún, me di cuenta que no sabía a qué se enfrentan cada día estos niños y lo que necesitan. Desde el tiempo que pasé en Camerún, la mayor parte de mi comprensión de los problemas sociales ha estado parcialmente desligado de la realidad, ha surgido de libros de texto, encuestas, trabajos de investigación y encuentros con activistas. Ariane me enseñó hace cuatro años que el valor del servicio no radica en establecer la relación voluntario-receptor ni en subestimar las dificultades para cerrar la brecha, sino en comprender y hacer tuyas las dificultades y las diferencias que deben abordarse. En ese entonces, fue como si Ariane a sus siete años me hubiese dado una bofetada en la cara, y hoy comprendo lo limitadas que han sido mis experiencias. Con mi familia mudándose a Chile por el trabajo de mi padre, decidí tomarme el año libre, pasar del aula a un trabajo de campo y aprender lo que espero algún día poder defender.
¿Por qué elegiste VE Global/Santiago?
VE trabaja con niños y niñas de comunidades vulnerables en Santiago que han sido abandonados o abusados. Espero ayudar a aliviar las dificultades a las que se enfrentan tanto física como psicológicamente escuchando, permitiendo que fluyan sus historias y ser capaz de crear días más brillantes para ellos en el futuro. Quiero establecer relaciones con estos niños que puedan compensar el abandono y el abuso, para restaurar su confianza en relaciones más sanas. Entiendo que mi función principal es ser una ayuda en su proceso de curación y trabajar para apoyar, no para dirigir, por dónde debe ir su desarrollo. Debido a que mi tiempo en VE es temporal, quiero asegurarme de que mi trabajo en la organización (mis relaciones con los niños y niñas) se convierta en una experiencia que valoren de forma permanentemente. Creo que tener a alguien como una página en blanco para contar todo y saber que hay alguien que entiende, es increíblemente valioso y reconfortante. Me gustaría convertirme en ese alguien que pueda reconfortarles incluso después de que yo me vaya.
Cuéntanos algo sobre tu experiencia como voluntaria
Ser voluntaria internacional, específicamente asiática en un país donde no hay muchos asiáticos me hizo estar nerviosa por el choque cultural/racial que ya había experimentado antes en Camerún y que posiblemente podría repetirse en Chile. Sin embargo mi experiencia en el extranjero ha sido una ventaja para mi trabajo con los niños a pesar de los inconvenientes. Todavía tengo dificultades para entenderlos, especialmente a las más pequeñas que hablan guagua-chilenismo pero en general ha sido una experiencia que aprecio mucho con todos los niños ansiosos por aprender a escribir coreano y a bailar K-pop todos los días.
¿Crees que como persona has experimentado cambios?
Mi meta personal era la de encontrar una respuesta a aquello que quizás un día acabaré defendiendo. En este momento, estoy reflexionando sobre la pregunta, porque siento que sería más apropiado preguntarme por qué quiero defender a la infancia, por qué para empezar quiero estudiar psicología.
Trabajar en la residencia me empuja a estar en situaciones que nunca había experimentado antes, y mucho tiene que ver con aprender a aceptarme y apreciarme. Los chicos y chicas vienen a mi con preguntas sobre su cuerpo, la pubertad, la madurez y el sexo. Son cuestiones a las que yo no estaba segura de estar dando las respuestas adecuadas ya que yo misma tengo mis propias inseguridades personal y culturales. Pero de nuevo otra vez, la mayoría del tiempo intento proyectar una presencia madura, aunque realmente he estado notando cuanto de inmaduras mis reacciones pueden ser y cuando más esto es obvio cuando me encuentro rodeado de niños y niñas.
¿Cuáles son los aspectos más positivos de tu experiencia?
Me gustaría decir que llegar a la residencia cada día y ser recibida con abrazos es el aspecto más positivo de mi experiencia, pero más allá de eso, creo que saber que cada día voy a volver es una de las cosas que más feliz me hace. Cada día llego sabiendo que voy a aprender algo nuevo de las chicas y las chicas algo nuevo de mi. Los altibajos diarios continúan y es muy gratificante saber que estoy conectada con las chicas al mismo nivel. No se trata de que yo ofrezca algo, sino de que todas estamos creciendo juntas. Mis experiencias son sin duda totalmente diferentes que las de las chicas, pero no cabe duda, que uno se siente bien cuando puedes visualizar y físicamente sentir, que lo que fluye son buenas vibraciones.
¿Y cuáles son los mayores retos con los que te has encontrado?
Tener un noción clara de cuál es mi rol como una joven voluntaria internacional, a tiempo completo y sin hablar español de forma fluida ha sido el reto desde el primer día de mi residencia y aún representa un reto diario. Cada semana, siento que estoy asumiendo un nuevo rol (o al menos uno que evoluciona). Incluso cuando como título soy la ‘tía’, siento que soy más una hermana mayor para muchas de las chicas. Alguien con quien pueden jugar o hablar cuando necesitan.
Esta dinámica hace más difícil administrar y organizar talleres, pero al tiempo, ha ayudado a las chicas a sentirse más cómodas conmigo y a que se abran a mi. Con las chicas más mayores, esto presenta un nuevo reto porque soy cuatro años más mayor que ellas como mucho y eso no es fácil para mi, o para ellas, al dar y recibir consejos. Algunas de las historias que me confían requieren más una atención profesional y no se si estoy respondiendo y escuchando sus preocupaciones de la manera adecuada. En este punto, aún tengo cinco meses en la residencia por lo que mi salida aún no es algo que me preocupe, pero no se como las chicas (y yo también) vamos a llevarlo cuando llegue el momento.
¿Sientes que estás generando impacto?
Creo que sí estoy generando impacto. Puedo ver cómo estoy contagiando a los chicos y chicas cada día que regreso a la residencia, y cada día para mi es un nuevo aprendizaje. Una de las chica me preguntó qué es lo que ella necesita para trabajar en VE y si yo estaré ahí para trabajar con ella el día que tenga 18. De hecho, fue un poco triste el día que me dijo esto porque al principio de conocerla, hablamos de como ella quería llegar a ser doctora y dejar la residencia y su pasado atrás. Otro día, estaba teniendo problemas con la cinta adhesiva y una chica vino y me dijo, “no hay nada que yo no pueda hacer”. Me dejó sorprendida porque en las primeras semanas en la residencia, era difícil trabajar con ella y se resistía a probar cosas nuevas. No creo que fui necesariamente yo quien causó ese impacto, pero la chica más joven de todas, también me presentó a su nuevo mascota de peluche, a la que había llamado Yoyo.
¿Te planteaste alguna meta concreta que querías cumplir con este voluntariado?
Antes de comenzar en la residencia, tenía dos metas principales: la primera era mejorar mi español y segunda, ser una influencia positiva para los chicos y chicas, durante y después de mi tiempo en la residencia. Mi español está mejorando, ya que paso horas hablando y escuchando cada día, y estoy trabajando en mi capacidad de hablar y asegurarme que puedo de manera recíproca expresar mi aprecio durante mis conversaciones con las chicas. He estado leyendo un artículo al día para estudiar. Para poder ser una influencia sana y un modelo positivo. Es un poco más difícil autoevaluarte pero me siendo cómoda respecto a dónde estoy y lo que estoy haciendo, asegurándome de que cada día estoy ahí, comenzando de cero y creando relaciones de resiliencia con cada una de las chicas.
¿Recomendarías esta experiencia? Si es así, cuéntanos por qué.
Totalmente pero con precaución. Uno de mis principales aprendizajes hasta el momento es que necesito la estabilidad y fortaleza propia si quiero cuidar de los demás. Hay días en los que la desesperanza me puede porque siento que lo que hago no es suficiente, o no se ni lo que estoy haciendo. Pero no puedo permitirme abandonar porque se que tengo que entrar en la residencia y que se espera de mi que sea un modelo para esos chicos y chicas. También creo que hay que tener cuidado con tus propias expectativas en torno a la experiencia porque a menudo es fácil poner tus intereses personales por delante del trabajo mismo. Pero a pesar de todo, recomiendo con todo mi corazón esta experiencia no importa qué tipo de persona seas, será sin duda una experiencia llena de aprendizaje.
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“ Me voy” es una serie de artículos sobre las historias de vida de los voluntarios internacionales de VE Global. Cada historia es distinta y presenta la experiencia del voluntariado desde una perspectiva dinámica y multicultural. La pueden seguir de la mano de Marcella Via, periodista italiana graduada en Relaciones Internacionales y Desarrollo en SOAS, Universidad de Londres. Escribe para “The Prisma” sobre justicia social, derechos humano y políticas latinoamericanas. También forma parte del departamento de comunicación de VE Global en el sector del marketing.